Pamplona - Abr 2022
Escondido en el corazón de nuestra intimidad, la musculatura de nuestro suelo pélvico contribuye a mantener nuestra calidad de vida. En el artículo de hoy descubrirás por qué y de qué forma nos beneficia conocerlo mejor y mantenerlo en plena forma.
En la mayoría de los casos, nadie nos ha hablado de esta parte de nuestra anatomía. De hecho, tenemos tendencia a descubrir estos músculos que forman la base de nuestra pelvis cuando han estado forzados o deteriorados, como por ejemplo tras el parto.
¿QUÉ ES EL SUELO PÉLVICO?
Este conjunto muscular se extiende como un puente colgante entre el pubis y el coxis. Estos músculos sirven para sujetar los órganos del interior de la pelvis, como el útero, la vejiga y el recto. Aseguran la continencia (el control de la orina, los gases y las heces) y juegan un rol en la actividad sexual.
¿QUÉ MUSCULATURA CONFORMA EL SUELO PÉLVICO?
El suelo pélvico está constituido de tres planos musculares.
El plano superficial, el más externo, contiene tres pequeños músculos que envuelven el clítoris, la vulva y la vagina, en caso de la mujer, y la base del pene en el caso del hombre, así como el esfínter anal externo. Estos músculos tienen una acción relacionada con el plano sexual. Cuando están tonificados y se contraen bien, permiten tener más sensaciones en esta zona y obtener más placer sexual.
La parte media del suelo pélvico contiene el esfínter de la uretra y juega un rol importante en la prevención de los escapes de orina.
Y la parte más profunda está formada por músculos importantes que trabajan para sujetar los órganos y cerrar bien los orificios.
Los músculos del suelo pélvico tienen también un rol esencial en la postura. Junto con los abdominales y la musculatura de la parte baja de la espalda, forman parte de los músculos estabilizadores. Por consiguiente, ayudan también a estabilizar nuestra pelvis y a proteger nuestra espalda.
La musculatura del suelo pélvico ha sido ignorada durante años, ese desconocimiento ha llevado a “maltratarla” en muchas ocasiones
Con el tiempo, si no los ejercitamos, los músculos del suelo pélvico tienen tendencia a debilitarse y a relajarse, particularmente a causa del peso de los órganos que soportan.
Otros factores que acentúan la presión sobre estos músculos y contribuyen a debilitarlos pueden ser, entre otros, el embarazo, los partos, el sobrepeso, la tos crónica, el estreñimiento y los deportes de impacto. Los cambios hormonales de la menopausia debilitan también los músculos del suelo pélvico.
Cuando estos músculos se debilitan, realizan peor todas sus funciones. Y podemos encontrarnos con problemas de escapes urinarios, incontinencia, disminución del placer en nuestras relaciones sexuales o el movimiento y descenso de órganos.
Problemas más comunes de lo que uno piensa, sobre todo en lo que a la incontinencia urinaria se refiere. Durante el embarazo, alrededor del 30-50 % de las mujeres tienen incontinencia urinaria debido a la presión que ejerce el bebé sobre el suelo pélvico. En el postparto tardío, los escapes urinarios persisten en un 10 % de las mujeres. Por otra parte, se estima que alrededor de una de cada tres mujeres de más de 65 años tiene escapes de orina y la prevalencia aumenta con la edad.
La buena noticia, sin embargo, es que podemos invertir esta tendencia reforzando estos músculos. La literatura científica ha demostrado que los problemas de incontinencia urinaria pueden prevenirse y tratarse con ejercicios. Como cualquier músculo de nuestro cuerpo, cuando uno no lo entrena, el músculo se vuelve menos eficaz en su trabajo.
¿HABLAR DEL SUELO PÉLVICO ES UN TEMA TABÚ?
Cuando uno ve los beneficios de tener un suelo pélvico fuerte y sano, se pregunta por qué no se habla más de ello. En Francia, por ejemplo, desde mitades de los años 1980, el Estado paga sistemáticamente 10 sesiones de rehabilitación del suelo pélvico a las mamás que acaban de dar a luz.
Aquí, algunos médicos recomiendan los ejercicios de suelo pélvico cuando ya hay un problema severo, pero no hay ningún programa de prevención establecido.
Y, desgraciadamente, cuando los problemas aparecen, las mujeres hablan poco de ello. Ellas no tienen a menudo ganas de compartir su dificultad de obtener placer en sus relaciones sexuales o de retener las ganas de orinar. Lamentablemente, los estudios indican que, para cuando una mujer le habla de sus escapes de orina a su médico, pueden pasar 7 años.
En muchas ocasiones, la publicidad transmite la idea de que es normal tener escapes de orina. Las mujeres piensan, a menudo, que tienen que aceptar su condición de llevar protecciones. Pero no, no es normal y existen soluciones para remediarlo.
EJERCICIOS DE SUELO PÉLVICO
Nunca es tarde para empezar a hacer ejercicio con el objetivo de reforzar el suelo pélvico. Es especialmente bueno hacerlo en el momento del embarazo y la menopausia, dos momentos que van a debilitar esta estructura.
Lo ideal sería que las mujeres fueran informadas desde su infancia y pubertad de la importancia de preservar la fuerza de esta región central de nuestra anatomía.
Hay un gran desconocimiento y debemos ponernos al día; este tema debería tratarse desde edades tempranas, aprovechando los cursos de educación a la sexualidad de los colegios.
DEPORTE Y SUELO PÉLVICO
Algunos deportes ejercen excesiva presión sobre el suelo pélvico. Es el caso del correr, los deportes con saltos como el voleibol, el tenis o las actividades que demandan esfuerzos intensos como el crossfit.
La idea no es parar de realizar los deportes que nos gustan. Pero, si durante la actividad sentimos siempre sensación de ganas de orinar, o directamente tenemos escapes de orina, esto quiere decir que estamos sobrecargando nuestro suelo pélvico.
Deberíamos entonces pensar en reforzarlo. Los músculos del suelo pélvico deben ser los amortiguadores de los golpes. Si llega un momento que ya no realizan bien sus funciones, es el momento de entrenarlos. En ese momento, podemos modificar nuestro entrenamiento habitual, entrenando nuestro suelo pélvico y realizando preferentemente rutinas de ejercicios de bajo impacto, durante el tiempo que tardemos en fortalecer nuestro suelo pélvico.
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