Pamplona - Abr 2020
El suelo pélvico es un conjunto de varias capas de músculos, ligamentos, tejido conectivo y nervioso que cierran la parte baja de la pelvis, como su nombre indica es el suelo de la pelvis. A menudo se asocia a la mujer y sobre todo al embarazo, y olvidamos que el hombre también tiene suelo pélvico.
Gran olvidado de la anatomía, el suelo pélvico se extiende desde la parte posterior de nuestro pubis hasta el coxis, y es comparado con una especie de “puente colgante”. En este puente imaginario tendríamos el hueso sacro y coxis en un extremo (son los huesos donde finaliza la columna vertebral) y el pubis en el otro lado.
Los “cables suspensorios” serían los ligamentos de sostén, que gracias a su tensión adecuada mantendrían el puente firme. Estos unen las estructuras óseas con los órganos pélvicos, que se encontrarían colgando de este puente. Por último, el suelo del puente lo formaría un plano muscular (concretamente el músculo del elevador del ano) y una lámina de tejido conjuntivo (es el tejido de nuestro organismo que proporciona sostén, dónde encontramos fibras de colágeno ordenadas en paralelo, a modo de lámina; en el caso del suelo pélvico se llama fascia endopélvica).
A diferencia de un puente estático, nuestro suelo pélvico no es rígido, es algo dinámico, que se adapta a nuestro movimiento, a los cambios posturales… y lo hace siempre manteniendo una adecuada tensión que sujete nuestra vejiga, el útero y el recto dentro de la pelvis. Cuando el suelo pélvico se debilita, las estructuras que sostiene descienden y, por lo tanto, se altera su función.
Las mujeres embarazadas o que acaban de dar a luz son las que mejor conocen su suelo pélvico. El embarazo y el parto se considera el mayor factor de riesgo para el suelo pélvico y por consecuencia, ellas son a menudo avisadas por los profesionales de la salud de las consecuencias del embarazo y el parto sobre el suelo pélvico y de la importancia de preparar el suelo pélvico al parto y recuperarlo en postparto para prevenir que se lesione y aparezcan incómodos problemas como la incontinencia, el prolapso de los órganos pélvicos o disfunciones sexuales entre otros.
Los hombres a menudo ignoran la presencia de esta región anatómica en su cuerpo. En el caso de los hombres el suelo pélvico en general es menos frágil que en la mujer. Sin embargo, tras una operación de próstata, por ejemplo, el suelo pélvico queda muy frágil. Y es muy recomendable hacer sesiones de entrenamiento de suelo pélvico antes de la operación, con el fin de anticiparse al riesgo potencial de incontinencia que existe tras la operación. Y es igualmente aconsejable, continuar los ejercicios de reeducación tras la operación para evitar los problemas de incontinencia y erección.
En el caso de las mujeres, no es el embarazo y el parto la única causa que puede lesionar el suelo pélvico. Menopausia, sobrepeso, deporte de impacto intenso… son situaciones que pueden estropear el suelo pélvico al igual que el embarazo. Una mujer que nunca haya tenido hijos puede perfectamente tener problemas de suelo pélvico. La falta de solicitación del suelo pélvico también puede debilitarlo y dar problemas. El suelo pélvico juega un rol fundamental en nuestro cuerpo tanto como para sujetar los órganos genitales y que estos realicen bien todas sus funciones, así como para permitirnos una sexualidad placentera.